La Familia:  El lugar de realización personal por excelencia

Cada año que Dios nos regala es una gran oportunidad para realizarnos como personas, familias y comunidad. Nos espera un año particularmente intenso para la Pastoral Familiar, por muchos  justamente llamada la “espina dorsal y fundamento vivo” de toda la obra evangelizadora de la Iglesia en general.

En este año tendrá lugar el VII Encuentro Mundial de las Familias con el Santo Padre en Milán sobre el testimonio de la familia en el difícil equilibrio entre Familia, Trabajo y Fiesta, esto es, en el sabio uso del tiempo para hacer de la familia más fecunda y bella, un lugar de auténtica realización humana.

La “realización verdadera” consiste en alcanzar la perfección personal de acuerdo a los fines con los que fuimos creados.  El fundamento  más profundo de la dignidad humana reside en que el hombre es imagen de Dios (Gen 1, 26-27) y está ordenado a Dios, a quien debe volver (Sto. Tomás). El hombre es un ser para Dios de quien recibe su perfección.

El hombre, cuando nace, recibe un “ser con libertad” junto con un “fin personal” al que debe acercarse progresivamente.  Cada hombre, a lo largo de su vida, se encuentra a una distancia determinada de su fin personal.  Recorrer libremente esa distancia es “realizarse”.  En la medida en que el hombre se encuentra alejado de su fin, es una realización imperfecta de la persona, por lo que debe aprender a ser persona y mejorar como persona.

La tarea de hacerse así mismo hombre es un proceso de autoposesión.  No hay auténtica realización de sí mismo sin dominio de sí mismo, que es autoposesión y liberación frente a las cosas y frente a las tendencias egoístas del hombre.  El dominio de sí mismo hace al hombre más libre y con más capacidad de amar.

Hoy no es raro escuchar, en ciertos ambientes, personas con una interpretación incorrecta de la expresión “realización personal”.  Para ellos el prefijo “auto” indica que la realización no se plantea en función de unos fines prefijados por un ser Superior, sino que el hombre se fija así mismo su propio proyecto de existencia, esto es, se “autorealiza”. Pero, el hombre encerrado en sí mismo es incapaz de olvidarse de sí mismo, lo que a su vez, le impide proyectarse a los demás para servirles. Termina encerrado en una autocontemplación narcisista, en una exaltación del propio yo, en un cosificarse, viviendo  un individualismo feroz.

Dentro de los ámbitos posibles de la realización personal, hay que destacar cinco:  1. La familia (siendo un buen esposo, buen padre o buen hijo), 2. El trabajo profesional (siendo un profesional competente y responsable), 3. Las relaciones de amistad (siendo un buen amigo), 4. La vida social (siendo un buen ciudadano), 5. El tiempo libre (manejando los tiempos libres en el desarrollo de su personalidad-Fiesta).

El trabajo, en efecto, es esencial para el mantenimiento de la familia, pero también, la posibilidad de hacer la fiesta y de vivir la alegría, al menos cuando se celebra y cuando es vivida sin exageraciones. La fiesta es el necesario momento de reposo que recrea y cuida la calidad de las relaciones personales y, a través de momentos celebrativos y caritativos, dona una luz nueva al camino que hacen los miembros de la familia.

La familia misma, que es el conjunto de los protagonistas de la vida, tiene muchas y variadas posibilidades de vivir el trabajo y de celebrar la fiesta.  Por eso la persona y la familia necesitan de un atento discernimiento de  qué es lo que cuenta y construye, y de lo que dispersa y daña, para poder escoger entre las distintas oportunidades de sentido o no sentido.

Son temas importantes que pueden ayudar a las personas a hacer crecer la calidad de la vida; son temas todavía más actuales en este nuestro tiempo, caracterizado por la crisis económica mundial que permanece de hace algunos años y que se prevé durará todavía.

Recordamos las Palabras de beato Juan Pablo II: “La existencia del hombre tiene un carácter familiar”.  Cada persona necesita el trato personal propio de la familia:

-Desde antes de nacer:  ser esperado y recibido con el cariño y el respeto que necesita como persona;

-A lo largo de la vida:  ser escuchado, comprendido, exigido, estimulado… para crecer como persona.

-Al final de la vida:  ser ayudado a bien morir como persona, en un ambiente de afecto.

Solamente en una comunidad como la familia de convivencia tan intensa y de relaciones tan informales, donde las personas se comportan con tanta espontaneidad y naturalidad; solamente en un ambiente en el que cada persona se siente querida por sí misma –y no por lo que hace o por lo que tiene- es posible la “realización auténtica de la persona”.

A los pies de la Sagrada Familia de Jesús, de María y de José confío todas las familias de la Comunidad Alegría, de la Asamblea de los Viernes, a las parejas que Dios nos enviará este año 2012 a los Encuentros de Renovación Matrimonial y de Renovación para Novios, a nuestro Congreso Regional de Matrimonios y a todas las asesorías y eventos de la Pastoral Familiar del Minuto de Dios.

En Jesús y María,

P. Raúl Téllez V. CJM
Director Pastoral familiar "Minuto de Dios"
rtellezv@hotmail.com

No solo parejas, también familias!