Lectura en clave de pareja y familia de la Exhortación Apostólica GAUDETE ET EXSULTATE – ALEGRAOS Y REGOCIJAOS (Mt 5,12): “Sobre la llamada a la santidad en el mundo actual” del Papa Francisco.
TU MISIÓN ES CRISTO
En el N. 19 el Papa Francisco hace una afirmación con grandes implicaciones para todas las parejas y la familias: Para un cristiano la propia misión que desarrolla en la tierra es un camino de santidad, y nos propone una base bíblica: “esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación” (1 Ts 4,3). Cada persona y cada santo es una misión, es decir, un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado, de la historia, un aspecto del Evangelio.
La santidad tiene su sentido pleno en Cristo y se entiende desde él:
Luego nos recuerda los numerales 516 al 518 de Catecismo de la Iglesia Católica donde se afirma que todo en la vida de Cristo es un misterio de Revelación del Padre, de Redención, de Recapitulación. “Todo lo que Cristo vivió hace que podamos vivirlo en él y que él lo viva en nosotros”. En ese sentido podríamos pensar en el camino que cada uno está haciendo en su familia desde su ser esposo-a, padre-Madre, hijo-a, hermano-a: ¿Estamos mostrando el rostro de Jesús, la misericordia y la bondad del Padre?
Hay una categoría especial que podríamos meditar con frecuencia en las familias: EL DESIGNIO DEL PADRE ES CRISTO, Y NOSOTROS EN ÉL. En el n. 21 explica de qué se trata: “CRISTO AMANDO EN NOSOTROS”, porque “la santidad no es sino la caridad plenamente vivida” (Papa Benedicto XVI). Y nos regala una conclusión práctica:
Cómo sería importante que nos tomáramos en serio esto: “Cada vida es un mensaje para los demás”. ¿Qué implicaciones tendría para cada miembro de la familia?
Pensemos en los santos ya reconocidos por la Iglesia. No conviene fijarnos en detalles aislados de su vida. Estos santos vivieron sus propias fragilidades y limitaciones, no siempre fueron fieles al Evangelio. Pero nos da una clave que nos sirve para ampliar nuestra mirada también sobre el juicio hacia ellos y hacia nosotros mismos:
Según el Papa Francisco, lo anterior es un fuerte llamado de atención para cada uno de nosotros: “TU TAMBIÉN NECESITAS CONCEBIR LA TOTALIDAD DE TU VIDA COMO UNA MISIÓN”. Y nos sugiere unas claves para llevarlas a la práctica:
Es una SANTIDAD REALISTA: La tarea es reconocer cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir a tu familia y al mundo con tu vida. El Señor la cumplirá con tus errores y malos momentos, pero hay dos condiciones para esto: 1. NO ABANDONES EL CAMINO DEL AMOR y 2. ESTAR SIEMPRE ABIERTO A SU ACCIÓN SOBRENATURAL QUE PURIFICA E ILUMINA. Con razón en la parte central nos exhorta con fuerza el Papa Francisco:
LA ACTIVIDAD QUE SANTIFICA
En los ns. 25 al 30 la encíclica retoma un DILEMA de la vivencia de la espiritualidad en todos los tiempos: nos dice que “no es sano amar el silencio y rehuir el encuentro con el otro, desear el descanso y rechazar la actividad, buscar la oración y menospreciar el servicio”. Nos propone unas claves que creo se entienden mejor en el contexto de una familia normal:
Nos da el ejemplo de Cristo que no podemos comprenderlo sin su compromiso con el Reino que el vino a traer y la Misión de cada uno es inseparable con la construcción del Reino. Nos ofrece una base bíblica y nos invita a un proceso de “identificación con Cristo”, muy semejante a la propuesta de San Juan Eudes:
Más adelante, el Papa coloca una pregunta muy oportuna:
Yo creo que ya están pasando esos tiempos de querer justificar el no compromiso familiar o con el mundo como si fueran distracciones en el camino de la santificación y de la paz interior. Y nos recuerda unas palabras del filósofo Español Xavier Zubiri: “NO ES QUE LA VIDA TENGA UNA MISIÓN, SINO QUE ES UNA MISIÓN”. (N. 27).
Pero nos pone en guardia con ese ACTIVISMO NERVIOSO que muchos viven en la sociedad actual por el afán de aparecer y de dominar o por el orgullo. Esto no es santificador. Nos propone un camino:
El Papa no invita a no despreciar los momentos de quietud, soledad y silencio ante Dios en una sociedad de consumo, con novedosos recursos tecnológicos, el atractivo de los viajes donde todo se llena de palabras, de disfrutes epidérmicos y de ruidos con una velocidad siempre mayor. Allí no reina la alegría sino la insatisfacción de quien no sabe PARA QUÉ SE VIVE:
LOS DISPOSITIVOS actuales invaden la vida actual de la familia y nos brindan entretenimiento o placeres efímeros. Eso resiente la propia misión, el compromiso se debilita, lo mismo que el servicio generoso y la disponibilidad. Como nos estamos dejando afectar a nivel individual y familiar. Esto no es sano, nos puede llevar a la ACEDIA (tristeza-desaliento, inactividad) en la acción evangelizadora o a desnaturalizar las relaciones humanas y la experiencia espiritual. Y nos propone un valioso recurso:
Los ns. 32-34 se titulan bellamente: MÁS VIVOS, MÁS HUMANOS. No hay que tenerle miedo a la santidad. Eso no nos quita fuerzas, vida o alegría:
Hay un llamado, en el espíritu de la nueva evangelización a través del EMPODERAMIENTO DE TODOS LOS BAUTIZADOS, para asumir los roles como “sal de la tierra y luz del mundo”. Y finaliza el capítulo primero exhortando a no tener miedo para emprender este camino de santidad, especialmente en pareja y en familia:
Los confío a todos ustedes a los corazones amantes de Jesús y de María.
P. Raúl Téllez V. CJM
Director Pastoral Familiar Minuto de Dios
rtellezv@hotmail.com