Convocatoria a la primera gran "Fiesta del Perdón y de la Reconciliación"

El próximo VIERNES 5 de OCTUBRE estaremos celebrando, en el teatro del Minuto de Dios, la GRAN FIESTA DEL PERDON Y DE LA RECONCILIACIÓN de todas las parejas que han hecho sus Encuentros de Renovación Matrimonial, los Encuentros de Renovación Para Novios en el Minuto de Dios y de todas las personas, las parejas y las familias que quieren sanar, profundizar y renovar sus vidas, sus relaciones y reemprender con nuevas fuerzas el “camino del amor”.

La experiencia nos enseña que el amor humano en la pareja y en la familia se ve afectado  por  múltiples ofensas como: el adulterio, la infidelidad, el alcoholismo, los celos enfermizos, el mal genio y las neurosis, la falta de diálogo, la violencia intrafamiliar, entre otras. Algunas parejas manifiestan fragilidades como las amistades compensatorias fuera de la casa, los terceros entrometidos, la crisis económica, la falta de trabajo, o el demasiado trabajo, la TV compulsiva, el internet, la indiferencia, la monotonía, el enfriamiento y las insatisfacciones en la relación.

La infidelidad, por ejemplo, es uno de los motivos más frecuentes de crisis de pareja e incluso de ruptura matrimonial. Y paradójicamente es una de las “vías de escape” a las malas relaciones entre los esposos o de falta de comunicación o de intimidad sexual entre los mismos. Es decir, la infidelidad puede ser una “causa” o convertirse en una “consecuencia”.

Hoy día es un tema que ha salido a la luz, es decir, que ya no es tabú como en otros tiempos, y por tal motivo “muchos se atreven a perdonar” un conflicto de este tipo a los fines de rescatar años de matrimonio y de amor.

Según estadísticas actuales que nos ha brindado un diario de gran circulación:  “6 de cada 10 colombianos confiesan haber sido infieles”.  Y el 65% de los que se declaran fieles “pecarían” si supieran que nos los van a pillar. Los infieles estarían menos dispuestos a perdonar un engaño (42.7%) que los que han sido fieles, (47.5%).

La motivaciones de la infidelidad”:  1 de cada 4 se escuda que lo hizo por “falta de atención de su pareja”, la mitad de los colombianos admiten que lo hace por “oportunidad”, “curiosidad” y “búsqueda de emociones nuevas”.  El 63% asegura que no lo han pillado. La infidelidad es unisex, sólo el 42% de las mujeres consultadas admitió haber engañado alguna vez a su pareja, mientras que en los hombres el resultado fue del 82%. El estudio no ahonda en las razones de esta disparidad, pero dos cosas son claras: o los hombres le son infieles a sus parejas con mujeres solteras o sin relación formal, o ellas siguen siendo más reservadas a la hora de confesar sus infidelidades, cosa que no nos debe extrañar en esta sociedad que sigue siendo machista. “Los hombres presumen con la infidelidad, y muchas mujeres jamás  lo admitirán”. (sexóloga Martha Mejía) (Cfr. El Tiempo, 19 de agosto 2012.  Encuesta realizada por Datexco Company a hombres y mujeres mayores de 18 años, en 13 ciudades colombianas en junio del 2012, fecha de entrega del informe 27 de junio del 2012).

Pero la gran pregunta a este tipo de crisis es ¿cómo perdonar una infidelidad? Hay muchos esposos que ante una situación de estas características deciden enfrentar este problema tomando las responsabilidades del caso. El que fue infiel puede aceptar su grave error, dejar su relación paralela y luchar por su matrimonio, y el que fue engañado admitir su parte del problema y predisponerse a volver a confiar en el otro.

Es que no hay que olvidarse de que aquí se ponen en juego muchos valores como la confianza, el amor, el respeto, que el matrimonio ha construido desde hace años. Cuando estos sentimientos se ven traicionados, se genera una crisis no solo conyugal sino también familiar y puede causar heridas a los más débiles e inocentes que son los hijos y dañar todo el bello entorno que se tenía, empezando por  las familias de origen y los amigos.

En esta gran “Fiesta del Perdón y de la Reconciliación” partimos de un gran convencimiento  personal: si algo importante debemos aportar los cristianos a este mundo roto y divido, violento, injusto y con frecuencia cruel, sobre todo con los más débiles, es precisamente la “reconciliación”, el “perdón”, la “paz”; estas son expresiones frecuentes, que indican actitudes y acontecimientos positivos y gratificantes  que todos esperamos a nivel familiar, social, nacional y mundial.

Tratar de la reconciliación y del perdón es referirse a una “hermosa tarea”, cargada de responsabilidad y deseos de bien y de paz, con los que siempre nos encontramos en deuda.  Si miramos nuestra historia, existen muchas situaciones personales y colectivas de “perdón dado o de perdón recibido”.  Hay muchas formas de expresarlo y realizarlo y muchas intensidades en vivirlo.  Se puede afirmar que así como un matrimonio/familia descubre su sinsentido en la historia de sufrimiento, que engendra el egoísmo, el corazón endurecido (cfr. Mt 19,8) y la injusticia y conduce a la división y el conflicto, de igual modo encuentra su sentido en la historia del perdón y la reconciliación, que conduce a la paz interior y exterior, a la convivencia tolerante y pacífica.

Cuando existen  ofensas que las parejas consideran imperdonables, es cuando necesitan hacer un acto de fe en la Palabra de Dios, en el misterio del  Calvario y en la gracia sacramental del matrimonio.  Los cónyuges están llamados a contemplar la Pasión de Jesús como la ofensa más grande, debido a la identidad y situación de la víctima: el Hijo de Dios y su absoluta inocencia:  A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniéramos a ser justicia de Dios en él (2 Co 5,21), y el lugar del perdón más grande, es decir, la fuente de gracia donde ha de nacer la capacidad de perdonar de los esposos:

La exhortación de la Carta a los Colosenses, en un contexto comunitario, la pudiéramos leer en clave conyugal/familiar:

“…soportándose unos a otros, y perdonándose mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor los perdonó, perdónense también ustedes. Y por encima de todo esto, revístanse del amor, que es el broche de la perfección”. (Col 3, 13-14).

Podríamos afirmar, con J. Laffitte, de que la cruz es la fuente de todos los perdones: el fundamento de esta iniciativa de perdón se halla en la libre voluntad de Jesús, en la gratuidad de sus sentimientos: Nadie me quita la vida, yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo (Juan 10, 18). Ser perdonado demanda saber perdonar, y con la misma gratuidad.  Eso es lo que se exige al creyente en un Dios de bondad.  Un amor que no se basa, en última instancia, en los méritos de las personas que lo reciben sino en la manera propia de ser y de actuar de quien lo da.

Perdonar es liberar.  Se libera al perdonado de su falta y de su angustia, así como se libera el que perdona de su resentimiento o de su rencor.  Perdonar es dar vida: esto debe caracterizar a las parejas seguidoras de Jesús.  Negarse a hacerlo, o hacerlo limitadamente es negarse a creer en el Dios de la vida que, como dice la Biblia repetidamente, “perdona y olvida el pecado”.

Hemos preparado un “gran programa” con la predicación del Padre Diego Jaramillo sobre el tema “La escuela del perdón”, el concierto y  la predicación de Jesús y Diana, esposos que han desarrollado un bello ministerio de evangelización con las familias en los EEUU, los testimonios de parejas de la Comunidad “Alegría”, tendremos una profunda oración de sanación interior y la animación del grupo musical “Carisma Verde”.

Espero que muchas  parejas/familias respondan a este llamado y así estrechar los lazos de nuestra gran fraternidad que es la comunidad Matrimonial Alegría y la Pastoral Familiar del Minuto de Dios.

Los recuerdo a todos en mi oración y los confío a los corazones amantes de Jesús y María,

P. Raúl Téllez V. CJM
Director Pastoral familiar "Minuto de Dios"
rtellezv@hotmail.com