El secreto de Nazaret

“El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría y la gracia de Dios estaba sobre él. Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando cumplió los doce años, subieron como de costumbre como a la fiesta. (…). Bajó con ellos, vino a Nazaret y vivió sujetó a ellos.  Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón.  Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”. (Lc 2. 40-42.51-52).

“Las palabras que abren el pasaje delinea con pocos rasgos el «secreto de Nazaret». Es el lugar para crecer en sabiduría y gracia de Dios, en el contexto de una familia que acoge y engendra. «El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él». El misterio de Nazaret nos dice de modo sencillo que Jesús, la Palabra que viene de lo alto, el Hijo del Padre, se hace niño, asume nuestra humanidad, crece como un muchacho en una familia, vive la experiencia de la religiosidad y de la ley, la vida cotidiana marcada por los días de trabajo y por el descanso del sábado, el calendario de las fiestas. El «hijo del Altísimo» hace experiencia de la fragilidad y de la pobreza, es acompañado por los pastores y por personas que expresan la esperanza de Israel. Pero el misterio de Nazaret es mucho más: es el secreto que ha fascinado a grandes santos.

En efecto, las frases que cierran el episodio dicen que Jesús «bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús crecía en sabiduría, en estatura (madurez) y en gracia ante Dios y ante los hombres». He aquí el misterio profundo de Nazaret: Jesús, la Palabra de Dios en persona, penetró en nuestra humanidad durante treinta años. Las palabras de los hombres, las relaciones familiares, la experiencia de la amistad y de la conflictividad, de la salud y de la enfermedad, de la alegría y del dolor se convierten en lenguajes que Jesús aprende para decir la Palabra de Dios.

De dónde vienen, si no es de la familia y del ambiente de Nazaret, las palabras de Jesús, sus imágenes, su capacidad de mirar los campos, el campesino que siembra, la mies rubial, la mujer que amasa la harina, el pastor que ha perdido a su oveja, el padre con sus dos hijos. ¿Dónde aprendió Jesús su sorprendente capacidad de contar, imaginar, comparar, rezar en la vida y con la vida? ¿No vienen acaso de la inmersión de Jesús en la vida de Nazaret? Por esto decimos que Nazaret es el lugar de la humildad y del ocultamiento. La Palabra se esconde, la semilla baja al centro de la tierra y muere para dar como don el amor mismo de Dios, es más, el rostro paterno de Dios. Este es el misterio de Nazaret.

Los vínculos familiares dejan huella en la vida de las personas. Jesús vive en una familia marcada por la espiritualidad judía y por la fidelidad a la ley: «sus padres iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de Pascua en peregrinación. Cuando cumplió los doce años, subieron como de costumbre a la fiesta». La familia y la ley son el contexto en el cual Jesús crece en sabiduría y gracia.

La familia judía y la religiosidad judaica, una familia patriarcal y una religión doméstica, con sus fiestas anuales, con el sentido del sábado, con la oración y el trabajo diario, con el estilo de un amor de pareja puro y tierno, permiten comprender que Jesús vivió a fondo su familia.

También nosotros crecemos en una familia humana, dentro de vínculos de acogida que nos hacen crecer y responder a la vida y a Dios. También nosotros llegamos a ser lo que hemos recibido. El misterio de Nazaret es el conjunto de todos estos vínculos: la familia y la religiosidad, nuestras raíces y nuestra gente, la vida cotidiana y los sueños para el mañana. La aventura de la vida humana parte de lo que hemos recibido: la vida, la casa, el afecto, la lengua, la fe. Nuestra humanidad la forja una familia, con sus riquezas y sus miserias”.

Esta es parte de una de las bellas catequesis de preparación el VI Encuentro Mundial de las Familias con el Papa, que se realizará a finales de mayo del 2012 en la ciudad de Milán (Italia).

Ahora que nos acercamos a celebrar el misterio de la Navidad y el comienzo de un nuevo año civil, invito a todos los hogares a que se regalen espacios para compartir la alegría de su fe, de su amor y de su esperanza.  En los hogares donde está la presencia de ese  Dios cercano y humilde, manifestado en la pobreza de Belén allí siempre hay futuro, hay calor de hogar, hay razones para luchar y para construir una familia y un mundo mejor.

Quiero desearles a cada uno de ustedes una feliz Navidad 2011 y un comienzo del año con las mejores bendiciones del Señor y la protección de la Virgen María.  Gracias por ese granito de arena que cada pareja y familia están colocando en este bello trabajo de la Pastoral Familiar Carismática: Encuentro de Renovación Matrimonial, Encuentro de Renovación para Novios, Seminario de Vida en el Espíritu para parejas, Misiones, Asesorías Casa Alegría, Asamblea familiar de los viernes, programa radial, etc.

Los recuerdo a todos en mi oración y los entrego a los corazones amantes de Jesús y de María,

P. Raúl Téllez V. CJM
Director Pastoral familiar "Minuto de Dios"
rtellezv@hotmail.com

No solo parejas, también familias!