La historia de la Comunidad Matrimonial “Alegría”  se remonta  al día 17 de mayo de 1985.  El Padre Diego Jaramillo convocó a un seminario  de discipulado a 72 personas.  De esta reunión salió un grupo conformado por 17 parejas que querían comprometerse en la evangelización de la familia al estilo de la Renovación Carismática.  Estas parejas provenían de la comunidad “Tierra Nueva” y “Nueva Alianza” y otros grupos de oración.  

El nombre de alegría lo colocó el mismo  P. Rafael García Herreros que ante la pregunta por un nombre para la comunidad, dijo: “ésta comunidad se llamará Alegría porque debe ser la alegría para muchos hogares”. Y ciertamente sus palabras la podemos recordar hoy como un anuncio profético de la bella y gran misión que le esperaba a una comunidad que con el paso de los años se convertiría en la responsable de la pastoral familiar en el Minuto de Dios.

Lo primero que hicieron las parejas pioneras fue adaptar la experiencia del “Encuentro Matrimonial” a la espiritualidad y estilo propio  de la Renovación Carismática Católica.  Lo que se buscaba era responder al desafío de la evangelización de muchos matrimonios que participaban en los grupos de oración y querían hacer de su vivencia matrimonial y familiar una escuela de santidad.  Algunos participan individualmente en los grupos y anhelaban vivir un seguimiento en pareja de la persona de Jesucristo.  Los Encuentros de Renovación Matrimonial iniciaron el 5,6 y 7 de agosto de 1985 en la finca "Tranquilandia" en Santandercito (Cundinamarca).  

Estos encuentros nacen como una respuesta clara y concreta de la Renovación Carismática Católica a la creciente necesidad de la familia de ser evangelizada y acompañada con un amplio pastoreo en las áreas de mayor conflicto del hogar mismo.  La esencia del Encuentro de Renovación Matrimonial descansa en la profunda experiencia que muchos hogares de hoy tienen del amor de Dios, de la salvación en Jesucristo y de la fuerza del Espíritu Santo que los impulsa a proclamar el evangelio del amor conyugal, en donde la presencia de Cristo Resucitado se hace como en la Eucaristía, culmen y fuente de la vida del hogar.  

El anuncio de este evangelio es a la vez denuncia de todo aquello que atenta contra la unidad y la estabilidad de la institución básica, la célula de la Iglesia y de la sociedad, creada y bendecida por Dios mismo.  Para nadie es un secreto que en la actual coyuntura social y política, la familia, como institución, tiene que resistir al ataque tanto de ideologías, como de normas jurídicas que quisieran menguar y destruir esta institución que hace parte del plan de Dios, al crear al hombre a su imagen y semejanza como “varón y mujer” (cfr. Gen 1,27), ratificado por Cristo, “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” (Mt 19,6).  En estos 25 años de camino, el Encuentro  de Renovación Matrimonial en el “Minuto de Dios” es en un testimonio claro para el mundo actual de que Dios hace posible el milagro del amor, de la reconciliación y la reconstrucción de los hogares de hoy y de siempre.

La Familiaris consortio (n. 19) afirma al respecto: “el don del Espíritu Santo es mandamiento de vida para los esposos cristianos y al mismo tiempo impulso estimulante, a fin de que cada día progresen hacia una unión cada vez más rica entre ellos a todos los niveles –del cuerpo, del carácter, del corazón, de la inteligencia y voluntad del alma-, revelando así a la Iglesia y al mundo la nueva comunión de amor donada por la gracia de Cristo.

 

No solo parejas, también familias!